Otra vez, la inspiración tocó a
mi puerta. Esta vez, vamos a conversar un poco sobre la difícil tarea de
hacerse de clientes directos. Digo conversar porque espero ver alguna que otra
opinión de ustedes, trabajadores autónomos, sobre estas cuestiones que, imagino
yo, deben ocupar una gran parte de su tiempo.

Ahora bien, ¿cuántas veces te has
sentido paralizado porque no sabes cómo enfrentarte al cliente? Mientras le
explicas qué haces y en qué podrías ayudarlo, sientes que te vas haciendo cada
vez más pequeño, como si esta persona te pusiera una piedra en la cabeza que
hace que te vayas venciendo por su peso. En lo personal, me encantaría tener la
fórmula mágica que me asegure que todas y cada una de las personas a las que
contacto ofreciéndoles mis servicios me va a responder y, aún mejor, va a
contactarme para pedir un presupuesto a la larga o a la corta. Pero no. He
seguido todos los consejos que me han dado alguna vez (y sigo buscando), pero,
aún así, llego a la conclusión de que, en realidad, no existe esa fórmula
maravillosa que te va a asegurar el éxito. Quizás todo se resuma a un poco de
suerte más saber qué decir en el momento y lugar correctos. Muchas veces,
obtuve buenos resultados de las maneras más insólitas y hasta me han contactado
clientes mediante las redes sociales, a pesar de su mala fama.
Sería buenísimo saber exactamente
qué es lo que el cliente espera oír, o leer, en este caso. Sí que lo sería.
Tendríamos un gran camino hecho, una gran ventaja. Y nos ahorraríamos la
desazón de no recibir ni siquiera un mensaje de vuelta con un «Gracias por su
correo. La/lo tendremos en cuenta», después de invertir media hora escribiendo
o explicando qué hacemos. Pero la clave quizás no sea tener todo resuelto desde
el comienzo. A veces, se aprende más intentando. Siempre se aprende más
intentando, en realidad. Tal vez, el éxito sí esté en probar diferentes maneras
de acercarse a aquel cliente que tanto anhelamos, en evaluar cuáles son los
medios más apropiados para conseguir contactos pero desde nuestra experiencia y
según nuestra personalidad. Nadie tiene la última palabra. Conozco colegas a
quienes tal manera de presentarse les da muchísimo resultado y, a su vez, otros
ni siquiera se atreverían a contactar a alguien de esa manera. ¿Qué nos dice
eso? Que sobre gustos, no hay nada escrito. Y sobre cómo conseguir clientes,
quizás, tampoco.
A no desanimarse. Por lo general,
el próximo cliente está a la vuelta de la esquina, o detrás de otro colega
nuestro, o viene luego de una conversación amistosa con un desconocido. Cada
vez me convenzo más de que no hay un modelo a seguir… el éxito, al fin y al
cabo, se hace con paciencia, perseverancia y, sobre todo, con convicción de que
lo que hacemos vale la pena.
Aldana Michelino