
Muchas veces tenemos que mirar y releer mil veces un texto
para luego decir: «Aaaaaaaah, ESO era. Claaaro». Y quienes viven o trabajan con
vos se dan vuelta con la mirada extraña porque no entienden qué son esas
exclamaciones en voz alta. Como decimos aquí en Argentina, «te cae la ficha» y
de a poco te vuelve el alma al cuerpo (se despeja esa duda que te carcome el
interior), pero algo dentro tuyo sigue diciendo: «¿Estás seguro?». Vamos, que
seguramente te pasó varias veces.

Suponemos que hemos encontrado la mejor traducción para tal término,
pero luego nos damos cuenta (con suerte, a tiempo) de que había un equivalente
aun mejor. Suponemos que hemos hecho el mejor de nuestros trabajos, pero te
aseguro que si volvés a revisar el trabajo en unas semanas, te vas a dar cuenta
de que algo (alguito) se te escapó.
Cada vez que llega un texto a tus manos
para comenzar un proyecto, se abren muchas posibilidades, entre ellas, que el documento
sea fluido y comprensible (cosa que rara vez sucede) y no tengas que andar suponiendo
tanto o que tengamos que remar contra la corriente para entender qué habrá
querido decir el o la que escribió eso. Ni hablar de cuando trabajamos contrarreloj,
ni hablar de cuando traducimos textos demasiado técnicos, planillas con datos, softwares, etc., ni hablar de cuando no tenemos
nada de contexto con el que respaldarnos.
Para traducir, suponemos muchas cosas. Cuando tomamos decisiones en nuestro
trabajo, suponemos que estamos
haciendo lo correcto (al menos, esto es lo ideal).

Sin dudas, un buen lingüista que se precie de profesional
hará lo posible por suponer tal o cual cosa de la manera más sensata, con los
fundamentos que le parezcan más acertados. Esto no quiere decir que trabajemos
sin un piso sólido en el cual apoyarnos, sino que debemos tener mucho cuidado y
ser muy responsables con lo que suponemos. No son pocas las veces en las que
creemos entender lo que estamos leyendo y luego aparece un dato o un término
que nos enciende la alarma interior. ¡Hacele
caso a esa alarma! Por algo suena.
Por Aldana Michelino
Me encantó tu entrada Aldana. Excelente aporte para los traductores. Ahora, si me permitís agregar algo esa 'suposición' de la que hablás también es una práctica que desarrollamos los lingüistas y tiene su fundamento en la lingüística. Al respecto escribí en mi último año del traductorado una monografía "A Reflexion on the Process of Interpretation". Te dejo acá la introducción y un enlace al trabajo completo (octubre de 2007): https://www.box.com/s/rvcio4yqi9ai6d5gztxd
ResponderEliminar"This paper will attempt a reflexion on one of the stages of translation which is the process of interpretation a translator has to go through in order to arrive at a text producer’s intended meaning by using primarily ‘co-text’, ‘lexicology’, and ‘knowledge of the world’ to account for the view that a translator should enhance his or her skills to decode a great deal of the meaning of a text, even if it was isolated from the context in which it was produced."
Gracias por tu aporte, Sandri. Buen punto de vista. Veo que no soy la única que piensa que suponer es una parte de nuestro trabajo.
ResponderEliminarSaludos.
¡Por supuesto que me ha pasado! ¡Y muchísimas veces! El traductor siempre hace suposiciones, al igual que el científico cuando elabora una hipótesis para, posteriormente, comprobar lo que se planteó desde el principio o para descartarla y volver a empezar. Se podría decir, entonces, que los traductores son como esos científicos, pero de las palabras, que no dejan de suponer hasta que «dan en el clavo», hasta que encuentran esa palabra o frase que les permita probar o rechazar su hipótesis. ¡Pero qué lindo ese momento por más que nos dé muchos dolores de cabeza!
ResponderEliminar¡Me encantó esta entrada, Aldana!
Saludos.
¡Gracias por tus palabras, Fer! Y por tu comparación, también. Yo también disfruto mucho de ese momento «Eureka» en el que encuentro eso que me hacía falta para poder avanzar con mi trabajo. Me pone contenta que te haya gustado. :)
ResponderEliminarSaludos.
No hay ninguna palabra que más dolores de cabeza da para un traductor ES->EN que la extremadamente ambigua palabra "SU" en castellano. Pocas veces está claro cuál es SU referente y hace que toda frase que la contiene sea ambigua (its, your singular, your plural, their, his, her). Casi siempre se puede referir a 2, 3 ó hasta 4 personas o cosas recientemente mencionadas en el párrafo en cuestión. Al final tienes que suponer cuál es su referente y ya está. No sé cómo evolucionó este posesivo tan tan ambiguo, cuando en la mayoría de los idiomas, este tipo de palabras es muy específica, con múltiples inflexiones, sufijos, etc.
ResponderEliminarEs muy cierto, mi amigo anónimo. Y supongo que en todos los idiomas debe haber ambigüedades que dejan pensando a más de un traductor, los que luego tendrán que suponer que el autor o la autora quiso decir o se refería a tal cosa.
ResponderEliminar¡Muchas gracias por comentar!
Saludos.
Hola, Aldana:
ResponderEliminarMe gustó tu post y al respecto quería decir que en realidad siempre que leemos algo (o que vemos una película, o que oímos una canción) hacemos una "interpretación" del texto (en el formato que sea) que tenemos delante. Pasa lo mismo con las traducciones. Por suerte, el lenguaje humano no siempre es liso y llano, no es como en Matemáticas donde 2+2 es igual a 4. El lenguaje es ambiguo y cada persona que lo maneja, lo manipula, lo amasa, lo aprende a usar de una forma y lo usa de una forma en particular. No siempre es fácil entender de una (de "uan") lo que la otra persona quiere decir, incluso aunque hablemos el mismo idioma. Por lo tanto, cuando uno lee el texto de otra persona, hace una interpretación de dicho texto. Seguro que en algunos contextos, como los más técnicos, no hay muuuuchas interpretaciones posibles como sí pasa en los más literarios donde el lenguaje tiene un uso especial. A los traductores no nos queda otra que jugarnos por alguna interpretación y -sobre todo- seguir una línea de coherencia. Así que en realidad no "suponemos", sino que siempre "interpretamos" lo que quiere decir el autor del texto con el que trabajamos (ni que hablar si dicho autor no es muy dado al lenguaje...). Seguro te habrá pasado que un texto parece fácil, pero cuando empezás a trabajarlo, a ir más allá de lo que entienden los simples mortales :) para traducirlo, te das cuenta que hay cosas que no tienen coherencia, o no siguen una línea, etc y hay que "interpretar".
Bueno, solo quería aportar eso porque es algo que yo también pienso como traductora. Y además también para hacer un poco de causa común porque creo que todos los traductores sentimos que siempre suponemos mal o elegimos mal la opción. Pero en realidad, todos y siempre "interpretamos" y no puede haber interpretaciones malas, sino diferentes interpretaciones. El tema es cuál gusta más al cliente (o cuál coincide con la suya, ¿no?)
¡Saludos!
Me encantó tu comentario, Julieta. Gracias por colaborar. Realmente, creo que tenés mucha razón. Cuántas veces nos pasa que «nos comemos el coco» pensando si lo que suponemos (o interpretamos) estará bien o no. Y sí, definitivamente, hay que hacer causa común más seguido. Lo que nos pasa nos pasa a todos y está bueno compartirlo. :)
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