
«Sí, mañana te estamos contactando porque tenemos cualquier cantidad de
traducciones pendientes que no nos dejan avanzar con el proyecto X». Y uno se
va todo ilusionado a su casa y no se levanta de la silla por una semana
esperando que le llegue ESE correo. Luego de un año y algo, aparece esta
persona recordándonos tal encuentro y pidiéndonos disculpas «porque el proyecto se atrasó». Hay otros que nos llaman
solicitándonos un presupuesto para un documento difícil o un libro entero y uno
se pasa un día completo pensando y pensando cómo hacerle las cosas más fáciles. Cuando por fin se decide, les envía una respuesta y estos ni siquiera se
dignan a responder un seco «No, gracias». Y así, hay de todo en la viña de la
traducción.
Pero no me digan que no tienen una colección de respuestas
ingeniosas del cliente o de los posibles clientes. Tal vez, de sus conocidos,
que desconocen (valga la redundancia) qué es lo que nosotros, los traductores,
hacemos o que nuestro trabajo ES DIFÍCIL y lleva su tiempo y que no es un
simple pasatiempo. Yo puedo contar el caso de una amiga que me pidió que cante
una canción en un cumpleaños. (Sí, no solo traduzco, también canto, ja). Eligió
una canción muy bonita en inglés que yo conocía desde mi infancia y la comencé
a practicar. Unos días antes del acontecimiento, me pidió si podía hacerle
una versión en español de la canción «así todos la entendemos». Por supuesto, nunca
hablamos de dinero, pero ya me imaginaba cómo iba la cosa. Tampoco le di
oportunidad, era una locura entre letra, rima, métrica, etc. y el tiempo que
nos apretaba. Si bien sé algo de música, no soy ninguna Beatle.
Otra vez, en una feria de la industria alimenticia, me puse a
conversar con un señor dueño de una fábrica. Cuando terminé mi «discurso de
ascensor» y le expliqué en cinco minutos qué hacía, qué estaba haciendo en ese
lugar y cómo podía colaborar con su empresa, este buen hombre me responde: «No,
gracias. Tenemos una profesora de inglés que hace esas cosas. Además, podemos
legalizar* porque ella hizo eso del First
Certificate». Así, con esa misma boca abierta que vos me quedé yo.
Mientras me debatía entre «cantarle las cuarenta», reír o llorar, solo le expliqué
amablemente que estaba equivocado (no me puso mucha atención), lo saludé y me fui. No voy a negar que fue
frustrante, pero luego de algunos añitos en la profesión, me doy cuenta de que
pasa en todos lados y aprendí a tomarlo como una anécdota graciosa, la risa es salud. Y la gente tiene el
«don» de dejarnos con la boca abierta con sus ideas o respuestas, sí, sí.
Sin mentir, tengo unos cuantos más, pero me encantaría escuchar los tuyos, así hacemos terapia de grupo y no nos duele/enoja tanto. Sí, hay de todo, de todo. En esta viña, sobra uvas raras…
*En Argentina, la legalización de una traducción consta de
varios pasos: primero, el traductor público o matriculado introduce una leyenda
al pie de página que dice que esa traducción es fiel al original y, luego, añade su firma y sello. Una vez hecho esto, el documento se presenta en el Colegio de
Traductores correspondiente para colocarle el sello de la institución y, de
esta forma, la traducción adquiere validez legal.
Por Aldana Michelino
Anónimo dijo...
ResponderEliminarescenario reciente: los padres de un veterinario me traen un Manual de un Equipo para traducir; complejo, extenso, "chino básico" diríamos, que requiere muchas horas de lectura y relecturas previo a la traducción en sí....
Entreo al ciberespacio a ver si encuentro el manual digitalizado (ya q me trajeron el impreso); no lo encuentro; me comunico con el fabricante en China! y como quien no cree la cosa, me responde en menos de 24 h me responde el/la Gerente de Servicios (imposible deducir el género a partir de los nombre monosilábicos chino!!!) comentándome que con gusto me enviarán el archivo digital pero es imprescindible que el envíe el No de Serie del producto (ya que supongo que tienen decenas de equipos de ese tipo en el mercado). Luego de comunicarme con el cliente, y éste comunicarse con el dueño del equipo, resulta ser que "no hay No. de Serie", por lo tanto tendré q presupuestarles a tun-tun como en la era pre-informática... (ni en p*** me voy a poner a contar laspalabras de 70 páginas! por eso mismo q comentás -Aldana-.... (to be cont'd!!!) Carlos Jaccobo
28 de octubre de 2013 08:24
¡Anécdotas hay muchas! La más reciente fue la de un cliente que me llamó un domingo por la tarde para que le tradujera un correo electrónico «urgente» que había recibido hacía cuatro días (sí, señor). Para sumar, ese domingo era el Día de la Madre en Argentina. Sumamente gracioso ;).
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